• Ni La hermana como diputada o su hermano como alcalde han podido resolver el problema.
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Comapa, Veracruz — La comunidad de La Pitaya ha llegado al límite de su paciencia. Los habitantes de este municipio viven una pesadilla diaria debido a un vertedero a cielo abierto que no solo contamina su entorno, sino que también pone en grave riesgo su salud. Hoy, exigen a gritos la intervención del gobierno del estado y el presidente municipal Gabriel Lagunes Jauregui, quienes parecen ignorar una crisis que se agrava con el tiempo.
Vecinos indignados ante la indiferencia del presidente municipal al problema, dijeron que en su momento confiaron en que si la hermana del alcalde, Nora Lagunes estaba como diputada local y Gabriel como primera autoridad habría una solución al respecto, pero se equivocaron, pues ni siquiera atendieron en llamado, por lo que analizan tomar otro tipo de acciones de inconformidad, incluso la toma del palacio municipal.

El basurero —ubicado en una superficie de aproximadamente 1,300 metros, rumbo al rancho El Jabalí— es un verdadero foco de infección. Cada día, decenas de toneladas de basura, que incluyen desechos hospitalarios, llantas, electrodomésticos y animales muertos, se amontonan sin ninguna medida de protección ambiental. Los olores nauseabundos y la proliferación de fauna nociva se han convertido en el pan de cada día para los vecinos, que están hartos de vivir en condiciones inhumanas.

"¿Hasta cuándo vamos a vivir así? Estamos expuestos a enfermedades respiratorias y gastrointestinales, y ya no podemos tolerar más esta situación. Exigimos acción inmediata, no más promesas vacías", clamó un vecino, visiblemente indignado.

No solo el olor es insoportable, sino que además se han reportado quemas de basura, agravando la contaminación del aire y generando irritaciones en la piel y problemas respiratorios entre los habitantes. La administración de Lagunes Jauregui, en lugar de brindar soluciones, parece hoy más preocupada por ignorar el problema que por proteger a su gente.

Los vecinos, desesperados y cansados de la indiferencia de sus líderes locales, han decidido alzar la voz y organizarse. "Haremos ruido, no nos vamos a quedar callados. Demandamos el cierre inmediato de este vertedero y una limpieza completa de la zona. ¡Es nuestra salud la que está en juego!", afirmaron en un contundente reclamo.

La comunidad de La Pitaya no se rendirá y está decidida a luchar por un entorno saludable. La falta de acción no es una opción; es hora de que las autoridades escuchen y actúen antes de que la situación se convierta en una tragedia