A mediados de la década de los setentas, ir de excursión a los ríos a las afueras de la capital del estado, era toda una experiencia.

El estar en contacto con la naturaleza en esa época; salir con los amigos y vecinos, andar entre caminos de terracería, zonas verdes de la ciudad, era excepcional. Las zonas aún sin habitar, sin colonias, sin transporte público en esos caminos aún rurales, se disfrutaban.

Los ríos de agua cristalina, las zonas boscosas, la vegetación y fauna endémica así como el contacto con la naturaleza; el aire puro, lugares que hicieron a la capital un afluente natural, del líquido vital, manantial en la arena, como se le conoce a la Ciudad.

Xallapan, en su voz náhuatl, lugar de manantiales y ríos que bañan a la capital veracruzana, lugares absorbidos por la mancha urbana, lugares que fueron de recreo y diversión.

Hoy, algunos ya desaparecieron y, los que se encuentran aún, están en sus últimos días de vida, degradados por la basura y el drenaje, hoy sus afluentes van directo a plantas potabilizadoras para limpiar el vital líquido, los desechos que alimenta esos canales son imposibles de sanear.

Los recuerdos florecen al pasar por ese lugar, que de niños nos hizo soñar, han pasado muchos años y la esencia de uno en esos lugares perdurará.

Y así, en las historias cotidianas de la ciudad, nos encontraremos con algunas más, al tiempo.