El reciente ataque armado en el bar “Los Cantaritos” de Querétaro ha encendido alarmas sobre la seguridad en una entidad que durante años fue percibida como un refugio de tranquilidad en medio de la creciente violencia que azota otras regiones del país. El sábado 9 de noviembre, la tragedia dejó un saldo de 10 muertos y 13 heridos, alterando la percepción de seguridad que mantenían los queretanos.
El ataque, que se atribuye a un grupo de cuatro individuos fuertemente armados, tenía un objetivo claro: Jesús Arteaga Montenegro, conocido como “El Chuyón”, y Fernando González Núñez, alias “La Flaca”, ambos presuntos operadores del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). La ejecución fue rápida y meticulosamente planeada, poniendo en evidencia un acto de violencia dirigido y no un enfrentamiento fortuito.

Ambas víctimas eran conocidas en redes sociales por su estilo de vida ostentoso, exhibiendo lujo y poder a través de imágenes con automóviles de alta gama y armas, representativas de sus nexos con el crimen organizado. La notoriedad de estos personajes, que presumían vínculos con la cúpula del CJNG, desató una ola de especulaciones sobre el trasfondo del ataque y sus implicaciones en el tejido político y social del estado.
fuente msn