Ayla Cresswell, una joven de Queensland, se ganó el derecho de usar el esperma de su novio muerto para tener hijos, después de que una jueza dictaminara que confiaba en que el bebé sería "amado, cuidado y apoyado".
Sin embargo, correspondía a la clínica médica en particular decidir si estaba de acuerdo en continuar con el procedimiento.La jueza Sue Brown también dictaminó que Cresswell era la única persona autorizada a usar el esperma.


Ella había estado en una relación con Joshua Davies durante unos tres años y estaba en sus planes casarse y tener hijos cuando él se suicidó en agosto de 2016.

Después de su muerte, y con el apoyo de la familia de Davies, Cresswell buscó una orden judicial urgente para tomar su esperma. Desde entonces, ella ha estado pagando por el almacenamiento.

Brown estuvo de acuerdo en que la forma en que se tomó el esperma permitía que se clasificara como propiedad pues los médicos que le quitaron el tejido reproductivo a Davies lo hicieron por petición de ella y por lo tanto, tenía derecho a poseerlo.