Por primera vez desde que el pasado 24 de febrero el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó un alto el fuego en Guta, que nadie está respetando, un convoy humanitario pudo entrar en la ciudad, el último gran bastión rebelde, que está sitiado por las fuerzas del dictador sirio, Bachar al Asad.

Desde que se decretó el alto el fuego, con vigencia de un mes, al menos 770 civiles han muerto bombardeados, y otras 4 mil personas han quedado heridas. En total, en Guta viven todavía entre 163 y 400 mil personas.

El convoy lo componen 46 camiones, coordinados por la ONU, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CIRC) y la Media Luna Roja Siria (SARC), que llevaban ayuda humanitaria, como medicinas y alimentos, para cerca de 27 mil 500 de los civiles sitiados.

La descarga se hizo en Duma, la ciudad más poblada de la zona, y el portavoz del CIRC en el país, Ingy Sedky, indicó a El País que son conscientes de que la ayuda “no cubre ni de lejos las necesidades de Guta”, pero destacó que “es un comienzo”.

AYUDA SECUESTRADA. De hecho, la ayuda alcanzará para menos de lo que debía porque, según denunció la portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Siria, Linda Tom, “Damasco ha retirado gran cantidad de material médico del convoy, principalmente quirúrgico y de trauma, dejando tres camiones medio vacíos”.

Según el relato de un funcionario de la Organización Mundial de la Salud citado por la agencia Reuters, este secuestro supondría hasta el 70 por ciento del total del cargamento médico que traía el convoy. La fuente explica que se quedaron, sobre todo, “kits quirúrgicos, de diálisis e insulina”, argumentando “razones de seguridad”.

BOMBARDEOS. Al tiempo que llegaba el convoy, semivacío, con la ayuda humanitaria y los alimentos, al menos 77 personas morían bombardeadas por los aviones de Asad, lo que convirtió el día de ayer en el más mortífero para los civiles de Guta desde el inicio del alto el fuego.



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