Aquí vive ella, 'La Muerte'
Enrique Pozos Tolentino

Fecha: 03/11/2017
Hora: 05:30 hrs.


Ciudad de México, noche del 2 de Nov. de 20.

Los muertos llegaron, departieron con sus vivos, alegría de un encuentro de milenios. Los vivos se alegraron de recordar, de pensar en los que se fueron al Mictlán, ese mundo de fantasía, de imaginación milenaria de pueblos de la América nuestra.

No hay plazo que no se cumpla. Ansiosos esperamos las fechas de noviembre para encontrarnos con ellos y ellas, los muertos, a los que esperamos con cempasúchil y ofrendas, comida, tamales, y todo lo que gustaba al muerto en ésta vida donde nos encontramos, prolongando la pequeña existencia.

Los muertos ya se fueron, pero, en secreto, nos dijo la muerte que ella se queda, como hace años, porque aquí tiene ocupaciones de esas de su oficio, ya que en la tierra del antiguo Tenochtitlán, en donde reinan los partidarios del horror, del crimen, de la muerte, ella, “La muerte“, tiene trabajo con tantos muertos, los muertos de México.

Ah, nos dice la muerte, que trabajo tan pesado eso de encargarse de los muertos porque aquí, son cientos cada día, por eso nos reafirma –cambié mi residencia a este país y tengo por casa cada uno de los rincones de esta tierra de donde ya no cabe tanta sangre.

Por supuesto, dice “La huesuda“, en este extraño diálogo, plática de locos, esquizofrénica, que hay lugares de México que me gustan más que otros, por ejemplo, Veracruz, porque en este Veracruz ya nuestro, sí que hay trabajo, porque desde Pánuco hasta las Choapas, hay muchos, muchos muertos, niños, jóvenes, mujeres, ancianos.

–De verdad, afirma la muerte, que nadie de este oficio puede radicar en otra parte, menos ahora que el que se encuentra en el gobierno es un adorador empedernido de la “santísima muerte“, de mí, la muerte.

Aquí sí que me adoran, aunque estoy cansada de tanto quehacer, de tantos muertos que no cesan ni un minuto.

Yo, me la encontré en la explanada del corazón del viejo imperio azteca, ahí donde en otros tiempos se levantó majestuoso el Templo Mayor, y en donde se pudo ver mucha sangre de los que eran entregados a los dioses para mitigar furias de las divinidades de ayer, pero, nada comparado con lo de hoy… de verdad que no se da uno abasto, dice la muerte, a la que se le nota cansada, quizá porque no para, no descansa, de tantos muertos en todo la tierra mexicana.

Ya se fueron, los muertos chiquitos y los muertos grandes, los ahogados, los ahorcados, las que murieron en el parto, todos y todas ya se fueron, pero aquí, en tierra mexicana, vive la muerte, por eso, en el puente de entrada a la capital, se escucharon mañanitas, mariachis, alegría de los adoradores de la “santísima, de la niña, de la muerte“, vimos a la muerte, pero no le vimos su famosa guadaña, quizá porque ahora La muerte prefiere el cuerno de chivo, el R15, el puñal o el machete para degollar y, quizá por algún extraño lugar la muerte guardó la guadaña ya oxidada.

Ayyyyyy… la muerte, ahora con permiso del gobierno y ayudada por soldados, policías, gendarmes, guardias civiles, sicarios, es la mera mera petatera y maromera, la que se enseñorea e impone su ley, la del fuerte, la de los que tienen más cartuchos.

Ya se fueron los muertos, vendrán más para el próximo año, esos que ya van y no lo saben, camino al Mictlán.



* Usuario, Fecha y Hora de Creación: ID2 - 03/11/2017 - 06:00:10 hrs.
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